Teledeteccion amianto

La teledetección de materiales peligrosos

Más de veinte años después de la prohibición de su comercialización en España, el amianto sigue siendo uno de los problemas de salud que más preocupan. Los riesgos de este mineral están producidos por la inhalación de las fibras que lo componen, siendo las de menor tamaño las que penetran en las vías respiratorias, alcanzando los pulmones y produciendo asbestosis u otras dolencias relacionadas con el sistema respiratorio.

La patología producida por la exposición a fibras de amianto está recogida dentro del cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social español, estableciéndose los criterios para su notificación y registro. Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), este mineral provoca 88.000 muertes anuales en Europa.

Para prevenir estas muertes, es importante localizar dónde se encuentra el material. Para este fin, principalmente se utiliza la teledetección de amianto, un sistema que ha evolucionado a pasos agigantados a lo largo de los años.

La teledetección es la técnica de adquirir datos de la superficie terrestre a través de sensores instalados en satélites, drones o aeronaves pilotadas. Con la teledetección se pretende identificar y monitorizar el amianto en cubiertas o tejados tras detectar las características físicas de dicho mineral en un área determinada.

El lugar donde más fácilmente podemos localizar el amianto es en las cubiertas de los edificios, principalmente en naves. Muchos conocemos ese tipo de cubiertas, generalmente con forma ondulada, por uralita. Esto se debe a la empresa que comercializaba este material en España.

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La producción del amianto

Entre las décadas de los 40 y 90, el amianto fue muy utilizado en materiales de construcción, especialmente en cubiertas de edificios. A pesar de que el riesgo de este material se conoce desde principios del siglo XX, no fue hasta 2002 cuando se prohibió en España. Este mineral comenzó a comercializarse a gran escala alrededor de la Segunda Guerra Mundial, cuando se producían cerca de 1 millón de toneladas métricas.

Durante este período, el amianto adquirió una importancia sin precedentes. Fue designado como un material crucial por la Junta de Producción de Guerra de Estados Unidos, extendiéndose su uso más allá de sus aplicaciones tradicionales, como la protección contra incendios, la reducción de fricción y el aislamiento. Se convirtió en el material preferido para la construcción de hangares de aviones, almacenes de artillería, edificios prefabricados, conductos e incluso bajantes y canales comunes de instalaciones militares.

La Marina fue pionera en su utilización. Los incendios a bordo de los buques representaban una amenaza significativa para estos, que contaban con recursos limitados para combatir el fuego. Los buques más modernos, como el Essex, comenzaron a incluir cortinas y puertas cortafuegos de amianto. Seguramente gracias a estos usos, a partir de 1942, no se registraron incendios graves en los buques. Por el contrario, en los años siguientes, hasta un tercio de los casos de cáncer relacionados con el amianto en Estados Unidos estarían vinculados a buques o astilleros de la Marina estadounidense.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción de las ciudades a gran escala llevó al uso masivo del amianto, un material económico y eficiente. Se procedía a la construcción civil e industrial, incluyendo hangares, naves, conductos y estructuras prefabricadas. Sus propiedades lo convertían en un material ideal en una época en la que la reducción de riesgos de incendio era prioritaria.

La producción y la importación de amianto en Estados Unidos aumentaron a un ritmo asombroso, triplicándose el consumo de amianto entre 1940 y 1950. No es de extrañar que en el año 1975 se produjeran 5 millones de toneladas de amianto a nivel mundial y que, a pesar de su conocida peligrosidad, en el año 2000 ya fuera la producción mundial acumulada de un total de 173 millones de toneladas.

Los avances en la teledetección del amianto

Debido al riesgo para la salud que ocasiona y a la legislación existente, es necesaria su total erradicación. Para llevar a cabo esta tarea, es necesario identificar los materiales con amianto, siendo una de las herramientas más usadas para ello la teledetección. Para la captura de las imágenes se utilizan sensores multiespectrales con un rango de banda de 400 nm a 2400 nm.

En las dos últimas décadas, el uso de la teledetección ha sido muy demandado para la identificación de este material en tejados. Existen diferentes metodologías para la detección basadas en algoritmos y han sido muchos los expertos que han intentado precisar las mediciones para reducir el error. Aunque aún no es posible disponer de ningún modelo de teledetección que sepa diferenciar las cubiertas de fibrocemento con o sin amianto, lo cual sí puede saberse a través de un análisis en laboratorio utilizando una muestra del material de dicha cubierta.

Como veníamos diciendo, está claro que el estudio de la teledetección ha tenido su mayor relevancia en los últimos 20 años, debido a la estricta regulación y la necesidad de detección, sobre todo en países europeos. Sin embargo, estos métodos a partir de imágenes hiperespectrales y multiespectrales presentan en muchos casos bajas resoluciones o poca información dentro del rango espectral, lo que dificulta la identificación. Actualmente, la precisión global de los métodos de teledetección es del 89%, utilizando imágenes RGB e infrarrojos en color. En 2018, en Malasia, se logró una precisión del 93% mediante la mejora de la resolución geométrica de bandas multiespectrales con la resolución más fina de la banda pancromática.

Los principales países donde se realizan investigaciones y mejoras de la teledetección son Estados Unidos, China e Italia, mientras que América Latina se encuentra a la cola de dichas exploraciones.

Los censos de amianto

El 9 de abril de 2022 se publicó en el BOE la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular. En su Disposición adicional decimocuarta, se estableció que los ayuntamientos deben elaborar un censo de instalaciones y emplazamientos con amianto antes del 10 de abril de 2023, incluyendo un calendario para su retirada. Esta disposición también indica que dicho censo debe ser público y remitido a las autoridades sanitarias, medioambientales y laborales competentes de las comunidades autónomas. Estas autoridades deben inspeccionar para verificar que el amianto se ha retirado y enviado a un gestor autorizado. La retirada deberá priorizar las instalaciones y emplazamientos según su peligrosidad y la exposición de la población vulnerable. En todo caso, las instalaciones o emplazamientos públicos con mayor riesgo deben gestionarse antes de 2028.

La Ley 7/2022 marca el inicio de un proceso para localizar y controlar los materiales con amianto a los que están expuestas las personas en España, con el objetivo de planificar acciones posteriores de inspección, control o retirada de estos materiales. Aunque la ley fija la obligación de retirar el amianto en instalaciones y emplazamientos públicos antes de 2028, también impone la obligación de localizar y planificar la retirada de amianto sin distinguir su tipología ni titularidad, extendiéndose así a cualquier tipo de instalación y bajo cualquier titularidad, no sólo a edificios e instalaciones municipales.

Como mencionamos, la publicación de la Ley 7/2022 inicia un proceso para identificar materiales peligrosos con el objetivo final de retirar aquellos que representen un riesgo para la salud. Sin embargo, la ambigüedad y falta de claridad de la ley, junto con la ausencia de un desarrollo reglamentario posterior, permiten múltiples interpretaciones sobre cómo cumplir con las obligaciones establecidas.

Desde Amisur, empresa especializada en la detección de materiales con amianto, ofrecemos el servicio de elaboración de censos de instalaciones con amianto mediante una herramienta de planificación, ejecución y administración. Esta nos permite la identificación de los edificios tanto de propiedad municipal como privada y nos devuelve la probabilidad de que dicha instalación posea materiales con amianto al analizar una serie de variables. Asimismo, se clasifican los edificios que disponen de probabilidad para poseer amianto según su riesgo y nivel de prioridad.

Como adelantábamos anteriormente, para el caso particular de tejados de fibrocemento con amianto, el proceso que se realiza es mediante la teledetección y el análisis de ortofotografías aéreas. Para ello, se combinan distintos algoritmos de teledetección con distintas imágenes aéreas que nos darán la probabilidad anteriormente indicada.

A pesar de esto, y como analizábamos en el apartado anterior, la teledetección en cubiertas de amianto no es lo suficientemente precisa, aunque dispongamos de fotografías de alta calidad, ya que las placas de fibrocemento se han fabricado de igual tamaño, color y características tanto con amianto como sin este.

Es por todo esto que, tras la elaboración de este mapa de amianto, se debe efectuar una inspección en el lugar según la Norma UNE 171370-2, donde un técnico especializado procederá a identificar y localizar los materiales que ciertamente posean fibras de amianto.

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La teledetección para la localización de materiales peligrosos

Otros usos que se le da a la teledetección mediante satélites son:

  • Derrames de petróleo a través del uso de sensores ópticos y de radar en satélites que pueden detectar y monitorear estos derrames en océanos o mates.
  • Contaminantes como el mercurio, el plomo o el arsénico se pueden identificar mediante análisis espectrales específicos.
  • Los plaguicidas y herbicidas pueden ser monitorizados por sensores hiperespectrales.
  • Las emisiones de dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos en fábricas y plantas industriales.
  • La proliferación de algas tóxicas en cuerpos de agua, que puede ser peligrosa para la vida acuática y la salud humana, se puede monitorear con sensores multiespectrales.

 

La efectividad de la detección de estos materiales, como hemos comprobado con el amianto, depende de la resolución espacial y espectral de los sensores, así como de las técnicas de procesamiento de datos utilizadas para analizar las imágenes obtenidas.

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